11.1.09



Un borde, una línea minúscula y de repente. Ni adentro, ni afuera.
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Permaneció en silencio hasta darse cuenta de lo tarde que era. Le dijo que debía irse; que era mejor no empeorar las cosas, aunque aquello fuera lo único intenso que le sucediera en toda su vida. Se levantó de la silla para ir a buscar sus pertenencias a la habitación, intentando que el impulso no se perdiera en el camino; pero ya era tarde para pensar en esas cosas. Ya era tarde para Ana y para ella también. Ella se iría de allí quedándose para siempre, aunque nunca pudieran darse cuenta.

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