5.1.09


Estoy. ¿Estoy? Pegada al suelo. ¿Qué me une al suelo? Mis pies clavados no duelen, no duelen nada. Has nacido martillo y clavo y aquí me tienes, esperando. Al ras del suelo, no solo mis pies esperan. Nadie camina por aquí. Nadie se ha puesto mis pies, mis pies clavados. Hazlo, que todavía hay lugar para otro más. No duelen, no duelen nada. Hazlos girar, retuércelos. Hazlo, que de noche nos temen los ojos. De aquellos, de todos. De nadie. Entiérrame. Tu tierra quiero y allí mis pies. Plántame al suelo. Dibújame. Hazme crecer flores, rojas, tan rojas que fundan mis pies al suelo. Y así trepa. Me has hecho ramas interminables y te has comido todas sus hojas. Cuélgate de ellas. Si puedes sin manos quebrarme, no me importa entonces. cuélgate y no me dejes. Y así quémame, que el fuego no quema tanto como estar despierta. Estoy, sí. Estoy. Aquí donde caminas, porque camino con los pies que has clavado a los tuyos. Y te piso, pero tus pies tampoco duelen. Y es que el suelo no es suelo, el suelo no es. Mis pies no son, no son tus pies. Estoy y soy. La sombra. Mi sombra, tu sombra. Y me temes y te temo. Como a nadie. Porque te temo. Te temo entero.

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