27.7.09
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Tengo que encontrar una forma.
Las palabras llegan a mí. Las palabras se escapan.
Aparecen tardes mágicas al lado tuyo. Aparecen, de repente, entre ojos cerrados, entre ojos abiertos. Y allí estás, como si hubieras estado siempre.
Allá a lo lejos, una ventana me mira. Y pienso qué estarás haciendo, en qué estarás pensando, suplicando por mí.
Me gustaría escribir una historia que pudiera desatar lo que está atado adentro mío, a mis órganos, a mis intentos. Las oraciones que intentan, repitiendo las mil y una palabras, una y otra vez, como si fueran un disco rayado que mi mente no para de reproducir.
Te busco. Llegan instantes. Figuras que empiezan y no tienen fin. Yo busco el fin. Busco su fin. Te busco en el fin. Nuestro fin.
Algo me ha atado a ella.
Si pudiera encontrar la forma de describir cada instante, cada mínima partícula de energía en el tiempo.
Esto es lo que soy, la figura tácita en la plenitud que imaginas.
Escucho melodías tan hermosas que serían tan tristes para tí de escucharlas conmigo.
Y cómo explicarte que este corazón nunca tendrá fondo. No tiene fondo. Nada alcanza, nada.
Es tan sólo un ir y venir de mi cuerpo.
Y ya no sé si hablar de mí, que dirá la gente.
A veces lo pienso, pero ya no me asusta, tan sólo tengo miedo de aquellos que alguna vez fueron míos, que aún son míos dejando de serlo.
Y la ventana que aún titila a lo lejos.
No más tranquilidad, no más.
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hilos que se desatan para enredarse nuevamente con otros hilos.
(más de lo mismo)
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